Cartera de proximidad: invertir en empresas cuyos productos o servicios utilizas

Uno de los grandes errores de los inversores más novatos o que recién ahora comienzan a invertir en bolsa es comprar acciones de empresas cuyos negocios no entienden, simplemente se dejan llevar por las opiniones de terceros. Lo cierto es que todos hemos pasado por esa fase y muchas veces no con ganancias precisamente.

Del mismo modo que no se debería entrar en bolsa si no se tienen claros los principios de economía y el funcionamiento básico de los mercados, tan simple como la ley de oferta y demanda, no se debe invertir en compañías cuyos negocios son demasiados complejos para que podamos analizarlos al menos superficialmente.

Si no entiendes el tipo de negocio, no entres. Si no sabes jugar a un juego, no juegues. Si no sabes nadar… no te lances a una piscina. Perece obvio, pero no son pocos que invierten todos sus ahorros en bolsa a ciegas simplemente porque su amigo o vecino ha hecho fortuna en los mercados.

Warren Buffett, uno de los inversores más reconocidos y admirados de Wall Street, analizó durante meses todo lo relacionado con la compañía en la que quería invertir antes de realizar su primera inversión en bolsa. Las cosas no le han ido nada mal desde entonces.

Una de las estrategias que menos se practican al invertir en bolsa pero que considero adecuada para una cartera de iniciación es la que yo llamo “cartera de proximidad” y que consiste básicamente en comprar acciones de empresas cuyos productos o servicios utilizas en tu vida diaria.

Por ejemplo, si somos clientes habituales de Zara compraríamos acciones de Inditex, de Mapfre si tenemos nuestro seguro con ellos, BBVA si tenemos nuestra nómina domiciliada en esa entidad, Unilever si usamos desodorantes Rexona, IAG si solemos volar con Vueling o Iberia, DIA si vamos a comprar a ese supermercado, etc.

Creo que se entiende la idea. Es decir, formaríamos una cartera de empresas no solamente potentes porque están presentes en la vida de millones de personas, sino que además somos clientes de ellas, las conocemos, usamos o vemos todos los días.

No hay nada como tener acciones de Coca-Cola (KO) y ver que en un restaurante todo el mundo tiene encima de la mesa una botella de esa marca o que tú mismo la pides en un bar y sabes que ese dinero que pagas en cierto modo está ayudando al negocio de la empresa la cual eres accionista y por lo tanto propietario.

No hay nada como ser accionista de Abertis y pasar por un autopista de peaje… bueno en ese caso no, pero ver como suben y bajan las barreras es una sensación bastante interesante en ese caso.

Algunas críticas que puede tener esta estrategia que propongo es que nuestra “cartera de proximidad” no quede bien diversificada, ya que la mayoría de compañías serán de perfil defensivo (consumo, alimentación o energía) lo cual puede ser positivo al reducir la volatilidad pero la rentabilidad será muy inferior cuando el ciclo sea expansivo.

Teniendo eso en mente se pueden comprar algunas constructoras (valores más cíclicos) para buscar un equilibro. ¿Que tal averiguar la constructora que hizo el edificio donde vives? No solamente aumentaríamos la diversificación añadiendo un nuevo sector no defensivo, sino que además nos mantendríamos fieles a comprar acciones de empresas que tienen o han tenido un impacto en nuestra vida diaria y que por lo tanto es más probable que estemos familiarizadas con sus respectivos negocios.

Para terminar pongo como ejemplo cómo sería mi “cartera de proximidad”: Endesa, ING Group, Telefónica, Ebro Foods, Ferrovial, Procter & Gamble, Apple y Pepsico. ¿Te parece equilibrada? ¿Cuál sería la tuya?