Psicología para invertir en bolsa

Sinceramente creo que no hay mejor inversión que conocer realmente el funcionamiento de la mente. Los buenos programas de formación financiera incluyen siempre varias lecciones sobre psicología de los mercados porque éstos no dejan de estar basados en emociones. Los mercados financieros no son otra cosa que una serie de transacciones ordenadas por la naturaleza humana. El celebro es el que toma las decisiones, pero éstas siempre están influenciadas por las emociones. En definitiva, conocer cómo tu mente procesa la información, gestiona las emociones y sospesa los riesgos puede hacerte ganar mucho dinero.

En la toma de decisiones mucho tiene que decir la amígdala cerebral, un conjunto de núcleos de neuronas localizadas en la profundidad de los lóbulos temporales cuya función principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales, y donde se almacena la memoria emocional del miedo. Según un estudio reciente el Journal of Neuroscience se ha demostrado que las personas que tienen un mayor volumen de amígdala sienten más aversión hacia la pérdida de dinero.

Cuando nos disponemos a invertir nuestro dinero en bolsa se activan zonas diferentes del cerebro y solemos tomar muchas decisiones sobre una base emotiva, pero no racional. Por ejemplo, una de las grandes trampas de nuestra mente es hacernos creer que el futuro será igual al pasado ya conocido y que todo evolucionará a un ritmo constante, es muy típico apostar por activos que anteriormente tuvieron grandes resultados pensando que seguirán por la misma senda. Cuando sabemos que rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.

Otro error bastante frecuente es procrastinar la inversión de nuestros ahorros, el cerebro tiende a tener una visión cortoplacista, se toman decisiones pensando en nuestro futuro más cercano, pero pocas veces se piensa a 15 o 30 años vista. “Del dinero que tendré para mi jubilación ya me preocuparé cuando llegué el día, ahora toca disfrutar y gastarlo todo.” ¿Te sueña esa cancioncita?

La mente nos juega una mala pasada al tomar decisiones sobre activos en los que estamos emocionalmente involucrados. Por ejemplo, es bastante común que muchos inversores no quieran desprenderse de títulos que llevan muchos años en su cartera (a pesar de que las condiciones del mercado lo requiran) porque han llegado a crear un vinculo emocional con esa compañía, ya sea por haber estado muy pendiente de ella durante un largo período de tiempo, porque les ha dado grandes alegrías con el pago de dividendos o por una combinación de ambas anteriores.

También se dice que muchos invertimos “como los monos”, es decir vendemos demasiado pronto los activos que nos dan rendimientos positivos (no dejamos correr las ganancias) y mantenemos durante demasiado tiempo los que están en negativo para prevenir el sufrimiento causado por las pérdidas. “Mientras no venda todavía se puede recuperar” ¿Te suena? La mejor estrategia en estos casos es vender, asumir las pérdidas e invertir de nuevo de forma inteligente.

El efecto rebaño también es común en los mercados y las bolsas. Los inversores minoristas solemos actuar como “ovejas” y seguimos lo que hacen los demás. Si todo el mundo está ganando dinero en bolsa, yo no seré quien me pierda esa fiesta. Luego pasa lo que pasa, se entra en un mal momento y se escucha eso de “fulanito ha perdido todo su dinero en bolsa”. Mi consejo para ganar mucho dinero en los mercados es realmente sencillo: invierte en bolsa cuando haya sangre y vende cuando haya furor. La paciencia será tu mejor arma.

Finalmente, la mente nos vuelve a engañar diciéndonos que con un seguimiento exhaustivo de nuestras inversiones ganaremos más, pero date cuenta que estar siempre pendiente de los rendimientos de nuestros ahorros o siguiendo la cotización minuto a minuto de nuestras acciones no sirve de mucho, o mejor dicho, de nada. Eso solamente nos causará tensión, estrés y perder el foco en lo realmente importante: examinar el mercado en búsqueda de nuevas oportunidades, empresas baratas y que ofrezcan sólidos dividendos.

En conclusión, cuando invertimos en bolsa es importante tener claro que no podemos tener un control total de todas las circunstancias que puedan afectar la evolución de nuestros ahorros. Permíteme que te diga, que ganar o perder es muchas veces es cuestión de suerte. Debemos aprender a gestionar nuestras emociones ya no solamente para la vida, sino para invertir de forma más inteligente. El secreto está en dominar nuestra mente, aprender de las experiencias y tomar decisiones con objetivos concretos.

Hay pocas personas capaces de combinar grandes emociones y gran racionalidad. Pero los que han encontrado el equilibrio se han hecho riquísimos. ¿Estás preparado para ello?