Saber cuándo comprar y vender en bolsa

La mejor manera de saber cuándo comprar y vender en bolsa es hacer el análisis técnico y el análisis fundamental como hemos venido comentando. Sin embargo, hay otras formas y diversos indicadores que pueden ser de ayuda para tomar esta decisión adecuadamente y diseñar la estrategia de la operación, aparte de hacer todo el estudio previo. Porque, en realidad, se trata de complementar toda esta analítica previa.

Entre las más idóneas y también más habituales están las tendencias a la baja o el alza, así como el PER y el precio de las acciones para saber si, realmente, son caras a son de las que se denominan acciones baratas. De cada uno de estos aspectos vamos a entrar en más detalle para explicar qué son y en qué hay que fijarse para no equivocarse al comprar y vender acciones en bolsa.

PER

El PER es el ratio precio-beneficio. En realidad, se trata de una relación entre el precio o el valor y los beneficios. Normalmente, se tiene en cuenta a la hora de realizar el análisis fundamental, aunque también se puede utilizar como un indicador por separado para analizar las diferentes acciones y hacerse una primera idea inicial de si el valor puede ser o no de interés.

Y, ¿cómo se mide? No es tan complicado porque normalmente el PER figura ya indicado en muchas plataformas y brokers online, además de poderlo consultar en los análisis de bolsa y de las empresas cotizadas que realizan los principales medios de comunicación económicos y revistas especializadas.

No obstante, si se quiere calcular no es complicado. Tan solo hay que coger el precio de la acción y dividirlo por el BPA (beneficio por acción), que es la parte del beneficio neto total de la compañía que le corresponde a cada una de las acciones que forman su capital social. Por ejemplo, si el precio de la acción es de 50 euros y el BPA es de 2,5 euros, el PER sería 20.

En este ratio, hay que fijarse en su valor porque lo que está indicando es cuántas veces se está pagando el beneficio neto anual de la empresa cotizada al comprar una de sus acciones. En función de esa cifra, el inversor podrá saber si va a pagar más por cada unidad de beneficio.

Por explicarlo de una manera más clara, cabe decir que, cuando el PER de una empresa es elevado, puede conllevar que sus expectativas de valor son favorables y, por lo tanto, se está produciendo un anticipo del crecimiento de los beneficios de cara al futuro. Pero cuidado, porque un PER elevado también puede ser reflejo de que el precio de las acciones está sobrevalorado por lo que es poco probable que su cotización pueda seguir al alza.

Por el contrario, cuando la empresa tiene un PER bajo puede significar dos cosas. Una de ellas es que la acción está infravalorada por lo que su cotización podría subir a corto plazo. La otra lectura del PER bajo es que se espera una caída de sus beneficios en el futuro.

Y, ¿cómo saber cuándo el PER es bajo o alto? Para estos casos, se pueden seguir unas pautas que emplean la mayoría de los analistas para determinarlo. Por ejemplo, cuando el PER se sitúa entre 0 y 10, se considera que es bajo y, en consecuencia, la acción puede estar infravalorada o bien se considera que los beneficios de la compañía descenderán como hemos comentado anteriormente.

Cuando el PER está entre 10 y 17, se considera que el ratio es adecuado, mientras que si se halla entre 17 y 25 se entiende que la acción puede estar sobrevalorada o los beneficios de la empresa en relación a los últimos datos presentados han crecido. Este último PER puede significar también que existe confianza en que, en el futuro, los beneficios sigan creciendo.

Finalmente, cuando el PER supera el ratio de 25, el inversor tiene que tener cuidado porque puede deberse a que la compañía esté dentro de una burbuja especulativa o bien que haya unas grandes expectativas de que los beneficios futuros vayan a crecer. También puede ser un indicador de que una acción está más que sobrevalorada.

Aparte de estos ratios, hay otras situaciones como el de una compañía que tenga un PER indeterminado. Y, ¿qué sucede en estos casos? Esto se produce cuando la empresa está en pérdidas, ya que lo habitual es que se calcule un PER indeterminado en lugar de un PER negativo.

En todo caso, siempre que se preste atención al PER, no se deben olvidar sus planes futuros o expectativas de desarrollo, así como los posibles beneficios futuros. Igualmente, es interesante fijarse en el PER de otras compañías cotizadas de su sector para establecer una comparativa. Con estos datos, ya es posible ir formando una idea en la cabeza de si realmente interesa o no comprar las acciones de esa empresa.

Precio

El precio de la acción también puede orientar para saber cuándo hay que comprar y vender en bolsa. Sin embargo, el análisis no debe realizarse solo en términos absolutos y solo en función del valor de ese momento. Porque, realmente, determinar si una acción es cara o barata, no se hace así. Y esta es una de las equivocaciones más habituales en muchos inversores, sobre todo, entre los más novatos.

A menudo se tiende a pensar que si la acción de una compañía, por ejemplo del Banco Santander, ha alcanzado un precio de 12 euros y ahora está a 4 euros, es una compra barata porque puede su cotización puede ir al alza y alcanzar ese precio de 12 euros nuevamente. Esto es un gran error porque puede que suban pero a lo mejor no lo suficiente y se queden en 5 euros o bien bajen más.

La clave está en que el precio se tiene que ajustar a la realidad de la empresa, lo que conlleva que haya que fijarse en su evolución histórica y en otras compañías similares del sector para determinar si hay que comprar o no y si es el momento más adecuado de vender.

El balance financiero de la empresa se convierte así en clave. Para leerlo, no hace falta ser un gran experto. Los datos que es preciso mirar son la evolución de los activos, así como en el patrimonio y los pasivos. Estos tres indicadores son más que suficientes para ver si una compañía tiene todas sus finanzas en buen estado o si está aumentando su deuda y, en este caso, sería más conveniente vender sus acciones. En relación a la deuda, el inversor debe prestar atención al nivel de endeudamiento de la empresa en relación al dinero que genera o bien observar la cobertura de intereses.

Barato o caro

Otra de las maneras que un inversor tiene para saber cuándo comprar o vender en bolsa es analizar los gráficos del IBEX 35. Estos gráficos suelen estar formados por varias líneas en diferentes colores, que van reflejando la evolución de los diferentes o variables.

En general, hay que fijarse en todas pero, especialmente, en el estocástico, que habitualmente se emplea en el análisis técnico y que se basa en la posición de cotización de un valor en relación a sus máximos y mínimos en un determinado período de tiempo.

El estocástico se refleja en los gráficos a través de dos líneas. Una de ellas es la de esta variable estadística propiamente dicha, mientras que la otra línea indica la media móvil en las últimas tres sesiones del estocástico. En función de cómo se corten estas líneas entre ellas, se podrá considerar que el mercado está barato y puede ser el momento de comprar o bien está caro y es mejor sopesar la venta de las acciones.

Para comprender de una manera más fácil cuándo es barato o caro en el gráfico, se puede seguir una relación bastante sencilla. Por ejemplo, cuando el estocástico se sitúe por debajo de 20, será indicativo de que el mercado está barato. Por el contrario, cuando esté por encima de 80, los precios están altos. Y, ¿qué hacer cuando esté entre 20 y 80? Lo más recomendable es que en estos casos el pequeño inversor no compre ni venda las acciones, sobre todo, si tiene un perfil muy conservador.

No obstante, como todo en bolsa y como hemos comentado en más de una ocasión, no es certero al 100%. Para una mayor seguridad, el inversor puede marcarse un límite de pérdidas antes de operar, que no deberá superar el 2% del capital en una operación.

Otros consejos

Los inversores también pueden poner en práctica otra serie de consejos para saber cuándo comprar y vender. Uno de los más claros y evidentes es no comprar o vender porque alguien que conozcamos nos haya dicho la operación que ha realizado. Esta persona puede estar equivocada e inducirnos a comprar valores que no son interesantes o a tener pérdidas.

Otra clave está en el valor intrínseco de la acción, que indica el momento de vender. Este valor se calcula al dividir el activo neto o patrimonio líquido de la empresa (activos menos pasivos) entre el número de sus acciones pagadas o que estén en circulación. De esta manera, cuando el valor intrínseco esté por debajo del valor de cotización, es recomendable proceder a su venta, sobre todo, si se detecta que en el mercado hay mejores oportunidades de inversión.

También puede ser un buen momento para vender y no para comprar cuando aumente el riesgo intrínseco de la compañía y que haga que deje de ser atractiva o, por lo menos, disminuya su interés para el inversor. Y, ¿qué situaciones aumentan ese riesgo? Por ejemplo, un cambio en la regulación o normativa de su sector que le vaya a afectar de forma negativa a su actividad, que la evolución económica de la compañía no sea buena o se sospeche que las cuentas pueden estar falseadas o se perciban indicios de fraude o pierda su ventaja competitiva, entre otros muchos factores.